Hoy día me volví a acordar de lo iluso que puedo llegar a ser, al menos creativo y curioso. El Domingo en la mañana me atacó un dolor en el abdomen, específicamente por debajo del ombligo. Al principio sólo parecía ser una molestía, algún desgarro muscular por el exceso de pesas sin calentamiento previo, algo así como para justificar los kilos de más. Avanzada la tarde esta molestía evolucionó a algo un poco más serio, al complicarme mi caminar. Y dado que la cocina no está en mi pieza, la ida a buscar menesteres varios se hacía complicada con esta invalidez. ¿Será un embarazó ectópico? Bueno, hace mucho tiempo que no me llegaba la regla, podía ser una posibilidad. Pero dado que no me puedo embarazar, por muchos hechos biológicos, lo descarté. ¿Será un Alien? También era una posibilidad real, pero ya que hace mucho tiempo que no hago un viaje intergaláctico y no estuve presente en la grabación de alien versus depredador (sí, la misma donde sale un depredalien), descarté esta posibilidad también. Haber, debajo del ombligo no hay muchas cosas que puedan doler, puede ser el intestino delgado y la otra posibilidad, el obligo por dentro, es simple de verdad. El que lo causaba, ya pasaba a un segundo plano en la mañana del día de ayer, dado que no podía caminar y basicamente la única posición que me aliviaba era estar sentado sin respirar. ¿Apendicitis? Bueno, al parecer los miles de examenes que me hicieron por varias horas, en la urgencia más lenta del planeta Tierra (por lo que el que se llame "Urgencia" para a ser un chiste de mal gusto), descartarón esta posibilidad. Pero el dolor persiste, a pesar de los antibióticos, a pesar de que hayan sido a la vena, a pesar de que los doctores de la urgencia encontraban curioso que mientras esperaba mi turno, yo estudiara (oye, lectura liviana), a pesar de los antiinflamatorios y analgésicos. Yo no me puedo levantar a comer algo, sin que me duela. No es un dolor insoportable, sólo es como que te atravesaran con un cuchillo el abdomen. Pero no es como para repetirlo. Todo lo que me entretiene, requiere que me levante, incluso leer, ya que no puedo leer acostado. No puedo jugar video juegos acostado, no puedo ni ver por fuera de la ventana. Y demonios que estoy aburrido. Aquí es donde entra lo que decía al comienzo del relato, mi imaginación.
Tocaban mi puerta, en mi minuto más aburrido. Mi querida nana, me dice que me buscan. Pienso en lo extraño que es, pero digo que pasen. Entra una rubia preciosa, una compañera, ojos verdes, pelo ondulado, estatura más bien baja, perfecta. Yo, en mi pinta de no haberme bañado por dos días, con un peinado fascinante, el que te da la almohada, una afeitada de película y con mi pijama de patitas. Me dice Hola, que me ha venido a visitar porque supo que estaba con dolor y me quería hacer compañía. Yo pienso "Le digo que encuentro raro que esta sea la primera vez que conversamos por más de 10 segundos, en 3 años? ¡No! ¿Qué importa? Estamos hablando. Le digo Hola, con una voz grave, estilo conductor de radio. Me dice si se puede sentar en una silla al lado de mi cama, le digo, sientate al lado mio mejor. Ella me hace caso y comenzamos a conversar, le pregunto por su vida, de como ha estado y de si está contenta. Ella me pregunta si me duele y le contesto que si y pongo cara de gato mojado (si, puede ser homosexual, pero mueranse, estoy al lado de una rubia preciosa). Ella me soba mi estomago, pienso que ahí no me duele y de hecho el que me toque incrementa mi dolor. ¡Qué importa! Me toca. Le digo que si quiere ver una película, me dice que sí, que no tiene apuro por irse y me toma la mano y me la acaricia. "Penta Campeón", pienso yo y la abrazo para ver la película. ¿El hecho que me esté muriendo habrá influido a que yo esté así con ella? ¡Que importa! La estoy abrazando. No es que sea un necesitado de cariño, tampoco que no hubiese podido conseguir esto sin esta situación de enfermedad, sólo que no me lo esperaba, a ella, esa compañera esquiva, la anécdota que decir a todos mis amigos del colegio "Ni saben la compañera que tengo, es preciosa". Ya son las 9 de la noche, pienso que en algún minuto se tiene que ir, yo no puedo ir a dejarla. Al menos no sin sufrir un dolor intenso. Me doy vuelta para mirarla, y está durmiendo, en mis brazos. Pienso si será muy osado y demás besarla, después de todo lo que ya había pasado esa tarde. ¡Que importa! Me doy vuelta a besarla, con los ojos cerrados claro (no sé cual es el proceso neurológico que me hace cerrar los ojos al besar), la beso, el sabor de sus labios es un tanto amargo, la textura un tanto dura, una sensación seca, abro los ojos y estaba besado a una figura de acción que había caido de una de mis repizas. Quisé golpearme en el estomago por ser tan ñoño al soñar algo como esto. Pero nuevamente pensé ¿Que importa?