3.7.06

La vida según Simba

Hechos del último tiempo han cambiado mi forma de ser, más que eso, mi percepción de las cosas. Es que luego que Mufasa y mi tía preferida (sí, la mamá de mi primo Bambi) murieran, diez mil chicas me rechazaran, me fuese pésimo en la prueba más importante de la carrera de reyes leones y después de conocer a dos personajes bastante peculiares en el bar de la esquina de mi cueva, la verdad es que ya todo no es como antes, no me importa como antes en realidad.
Recuerdo ese día como si hubiese sido ayer (en realidad fue hoy en la tarde). Me había preparado todo un mes para ser Rey, mi pueblo me lo exigía. Yo no tenía tantas ganas, pero después de la muerte de mi padre quedó un vacío muy grande en mi vida. Yo creo que si completo su legado, algo en mi interior se va a llenar. Al menos lo suficiente para volver a dormir. Empieza la prueba, primero parten con la física. Hay que atrapar la mayor cantidad de gacelas que pueda, en el fondo más que mis adversarios. Durante toda mi vida lo hice con mi padre, éramos expertos cazadores. Debido al recuerdo, no pude hacerlo. Pero podía recuperarme en la prueba teórica, aunque esa era la más difícil. Siempre fui estudioso, el testarudo de Mufasa siempre me dijo que el cerebro era más importante que los músculos (ojalá él hubiese seguido su consejo). Pero nada salía bien en ese día. Mis anteojos se habían quedado en mi velador y ya era obvio que no tenía tiempo para ir a buscarlos, por mucho que fuese el león más rápido de la selva. Llegaron los profesores y por motivo de ser la última clase antes de salir de vacaciones en la selva, nos hicieron una prueba fácil. Sólo había que leer un trozo de texto en letra 1,6 arial. Lamentablemente mi miopía extrema, no me permitió hacerlo. Reprobé…
Luego del examen, cabizbajo y sir fuerzas anímicas (aunque eso se infiere de estar cabizbajo. Aunque hay gente que camina así, en fin), entré a un antro que quedaba cerca de mi cueva. Nunca había entrado, porque corrían rumores que las Hienas solían visitar ese lugar. Ese rumor no era tal, ya que las hienas hace mucho tiempo que ya no visitan el bar. Entré y me fui a sentar a la barra. Como era de esperarse, el cantinero se me acercó para hablarme. No porque era una cara interesante y amigable para debatir y conversar del IPC reinante en la selva, sino porque me veía triste y las personas tristes suelen ser mejores clientes. Se acercó y me dijo creativamente (e inteligentemente, claro): “Le puedo servir algo”, a lo que yo le contesté: “Una coca cola, sin hielo”. El cantinero me miró sorprendido, casi con una cara de cómo se me ocurría. “Con eso oxidan clavos”, pensaba. “León brígido decía a los 4 vientos. Pasadas 6 copas y 3 horas, pedí una copa más: “Cantinero, otra de las mismas y deje la botella”. Con eso me gané el respeto del cantinero y de todos en el bar. “La casa invita” me dijo el cantinero. Agarré la botella y me fui a mi cueva.
En el camino dos sujetos me seguían. En un principio pensé que solo tenían la misma ruta que la mina, pero luego de hacer unas curvas locas entremedio de los pastizales aledaños a mi cueva, me di cuenta que esto era personal. Me di vuelta y rugí “Agrssssssssssssssssssssssssssggggggrsssssssssssssssssggggraaaaaaaaaasssssssrrrrrrrrrssssss” (¡QUE TI AJA LUCHITOMARIO!, en idioma de león, claro). Los dos sujetos se asustaron y se quedaron inmóviles, pero noté en sus ojos bondad, por lo que no me los comí. Aparte ya había comido en el bar. Se presentaron, se llamaban Timón y Pumba. Ellos me enseñaron que la vida no había que tomarla tan en serio, que hay que ser correcto, pero no matarse pensando cada movimiento que uno hace. Así es imposible vivir contento y alegre. Y todo con su filosofía de “Hakuna Matata”, una forma de ser, nada que temer. Que sin preocuparse es como hay que vivir y que luego de esto, hay que existir. En el fondo todo esto tenía una filosofía fuerte, creo que Timón y Pumba eran grandes estudios de Descartes y los filósofos de la edad de las luces. Uno no existe si está preocupado todo el día por tonteras. Ya que no hay tiempo de darse cuenta que uno existe. Uno está todo el día pensado y preocupado de tonteras, no hay tiempo para tener cognición de uno mismo. Es que nadie puede. Por esto, al no tener preocupaciones , y con esto ellos se referían a las preocupaciones mundanas, no a las que realmente importan tener, uno puede empezar a tener conocimiento de uno. Con todo este tiempo libre, no hay forma de no hacerlo. Ya que ahora uno se centra en los temas importantes y no es que uno tenga que ser lo más importante en la vida de cada uno, pero para que otras cosas importantes lo sean, el primer paso es conocerse, sino como esperar que los demás lo quieran y con los demás me refiero a los que importan y con los que importan me refiero a ella, a Nala, la mujer que siempre he amado. Sin tener conocimiento de mí, era obvio que ella no me iba a querer, ahora me doy cuenta. Pero antes de recuperarla, tengo que recuperar mi reino. El malvado de Scar no se saldrá con la suya. Por mi pueblo, por Nala y por mí…Vive la resistence!!!

Abejas


Siempre me he preguntado que motiva a las abejas, en realidad no siempre, solo hoy en la tarde. Todo esto motivado por un doble ataque que sufrí el fin de semana, uno el día Viernes y otro el día Sábado. Estos dos perpretados por una mariposa asesina, casi mandada por alguna entidad insecta más inteligente que el resto, en función de eliminarme. Pero unas horas a veces pueden parecer una eternidad. Que las motiva a continuar con su vida día a día. Es decir, van de flor en flor, polinizando alegres por la vida. Y en realidad el proceso de polinizaje no parece algo tan complejo, pero para ellas debe ser algo muy extenuante. Pero sobre todo, y esto para las abejas normales, no las anormales chaquetas amarillas, me he preguntado el porque de atacar a seres humanos, si saben que morirán después de realizado tan noble acto. Aparte tiene que ser una muerte súper dolorosa, es decir, se les sale todo su abdomen. No es que llegue una abeja enfermera y les diga “Eeee acá traigo su inyección letal, señora abeja. Indolora y de hecho tiene sabor a chocolate” ¿Qué motivará a las abejas? Para que ataquen a los humanos. Tiene que ser un gran rencor. Al menos ese sería mi motivo si fuese a atacar a alguien, perdiendo mi vida y sin siquiera tener una victoria. Una victoria más digna que un piquete, dolor por unos segundos.
Analizar este cambio es algo complejo, las abejas jamás me van a saber comunicar su odio. Entonces analizar que motiva el cambio entre una apacigüedad envidiable a una ira inconmensurable se hace algo imposible. A menos que lo analice en humanos, pero no pensamos igual. Y aunque así fuese, que llegáramos a alcanzar la gran inteligencia de las abejas, siempre está el tema de la maldad innata en los seres humanos. Es que jamás alcanzaremos esa paz interna de las abejas, casi budista. Aún así, no me imagino al Dalai Lama polinizando flores. Al menos no es una imagen que se me venga a la cabeza, eso ya sería estar muy volado.