29.6.11

No iré más a una discoteque 2

Sé que dije que no volvería...quizás el error fue darlo como algo seguro. Pero técnicamente cumplí "No estaba realmente ahí".Era más bien como un observador, alguien que veía una película, una comedia, sobre tres hombres y sus ganas de ir a conversar a una disco.
Era fácil generarse de ganas, dado que la entrada fue gratis, el tema era mantenerlas. Pero para mi se me hizo fácil, no dado a mi falta de alcohol en la sangre, debido a mi tacañez, sino que lo tomé como un estudio sociológico. Yo no sé a que va la gente a las discoteques, de verdad no lo sé. Quizás una manera de reafirmar el ego "Si, soy atractivo, genial. Ahora puedo continuar con mi vida" o si son sólo simplemente ganas de pasar un buen rato bailando. Pero son demasiados argumentos, que me hacen desestimar esta segunda opción.
A ver, no sé a que van las mujeres, la verdad es que creo que ni siquiera ellas saben. Pero un hombre ¿A que va? A dar besos (y algo más). Es simple. No creo que alguien vaya a hacer amigas. "Oh, hoy hice una amiga más, ¡que genial!" Ahora, yo no soy dueño de la verdad, pero en general la respuesta más simple es la correcta. Pero este mundo falaz de las discos, este submundo del baile nocturno, es una tontera y claramente para pasarlo bien, hay que tomarlo así. Porque si tomamos a un grupo de 5 amigas, que bailan entre ellas y que esperan horas para que las saquen a bailar y decir que no. Una predeterminación para decir "No gracias, me arreglé 7 horas en mi casa, para bailar con mi amiga" Y la verdad es tan simple como que van a decir que no, hasta que realmente les interese alguien por su aspecto o parada, hasta juzgar al libro por la tapa. Y la verdad, me parece bien, dado mi dialéctica de que como cresta uno va a conocer a alguien en una disco. Pero esa predeterminación es una idiotez. Pero si me hizo mucha gracia en mis caminos hacia el baño, dado mi vegija irritable, como a uno, por muy feo que sea uno, lo miran, lo observan, paso a paso, esperando que este pobre tipo, esta gacela herida, las invite a bailar. Sólo para decir no. Pero uno, no lo hace. No por falta de ganas, ni por no creerse el cuento. Sino que por muchas ganas de dirigirse al baño, el objetivo final.
Por otro lado están los hombres, cuyo objetivo, ya los habíamos dejado más claro anteriormente. Llegan a la pista de baile ¿Y que hacen? Al igual que en la selva, tratan de cazar al animal más débil. Uno (o ellos, dado que aclaré que yo observaba), se dirige a la mujer que uno cree que tiene más posibilidades de decir que si, la más ebria, la menos agraciada, solitaria, etc. La que en este juego de rechazar hombres para llenar de orgullo su tanque de "autoestima", ha fallado, nadie la ha sacado a bailar. Por lo tanto, al aceptarnos, al no entender nuestros nombres, al no importarle que uno no pregunte el suyo, baila, desinhibidamente. Muy desinhibidamente. Por lo tanto, hombres, en su tarea de cumplir su objetivo final, besan (y algo más) a la muchacha en cuestión. Ellas también cumplen con su objetivo, el sentirse reafirmadas como figuras de deseo, aunque sean la pelota desinflada en el patio que uno tuvo que ocupar porque no había una pelota mejor para jugar una "changa". ¿Entienden por qué me es tan gracioso todo esto? Porque no estoy hablando de niños de 15 año que hagan esto, es la condición humana.
Me parece muy gracioso que las mujeres sigan llendo en manada a bailar. La verdad todos tenemos el derecho a hacer lo que queramos. Me parece muy gracioso que los hombres tomen como trofeos de batalla a estas gacelas heridas, por decirlo de una manera. Y más gracioso me parece a la gente que conoce a sus esposas en estos lugares. Ahora, uno nunca debe escupir al cielo, nunca.