28.2.08

Reset

Me acuerdo que hace 5 años no había algo que me sacara de la tele y mi consola de video juegos. Es decir, si habían cosas, como ducharme una vez a la semana e ir a hacer mis necesidades básicas. Pero sería. El resto del tiempo gozaba de los placeres que los genios de Sega habían creado, para mi regocijo. Todo eso duró, hasta que mi hermano un día osó romper todos los tratados de respeto mutuo firmados años atrás entre los dos y entró a mi pieza a usar mi preciada consola. 10 minutos después le salían llamas a mi querida consola y 30 minutos después mi hermano se daba cuenta que las llamas no formaban parte del juego en cuestión. Pero este no es el punto. El meollo de todo esto es que en los video juegos cuando algo no resultaba bien o según no me parecía, bastaba con apretar reset y listo, todo comenzaba de nuevo. Hasta que lo hacía bien. Y últimamente he filosofado de lo increíble que sería si la vida diaria fuese así y que Dios, en algún minuto dijera “Sabes, las cosas están lejos de salir bien en el video juego “Tierra”. Es hora de apretar reset y empezar todo de nuevo”. Le pasó a los dinosaurios, les pasó a todos los animales de cada era del hielo, sería bueno que nos pasara a nosotros. Porque claramente nadie respeta lo que le está pasando al planeta Tierra. Que el calentamiento global no es más que un complot de un grupo de ambientalistas, buenos para molestar y de hippies comunistas, descontentos con el libre mercado. Y, con esa excusa, ya llevamos más de 20 años haciéndonos los “tontos”. Y así vamos a pasar otros 20 años y otros 20 años y cuando mis nietos estén pisando sus primeros pasos en este “fabuloso” mundo, bueno, ya no va a haber mundo. Así de simple. Se puede tratar de suavizar y decir que todavía hay esperanza, que podemos cambiar y todas esas cosas. Pero a nadie le importa cambiar. ¿Por qué? ¿Para que unos enanos en 40 años más, nietos de un idiota llamado Salado, puedan disfrutar del aire limpio? A nadie le interesa. Es decir, no cuando se estén en reuniones sociales. Ahí si que es tema. “Que terrible lo del derretimiento de Groenlandia. Verdaderamente una tragedia. Y yo que me quería comprar un departamento en Viña y ahora no está. Por lo menos ahora tenemos playa en Santiago. ¡Fabuloso! Al departamento le subió la plusvalía” Y así, esa misma señora o señor va a abordar su camioneta 8 x 8, económica (hace 8 litros por kilómetro) y que sólo aporta el 1 % de los gases de invernadero de Chile. Pero el 1 % es muy poco. Los gases de las ovejas aportan un 2 % en Gran Bretaña, así que da lo mismo. “Si siguen habiendo ovejas, yo no dejo de ocupar el auto”, dice este señor. Así hasta que Santiago forme parte del nuevo caribe y que todos nos vayamos a vivir a la isla llamada “San Cristóbal” y que del edificio de la telefónica y del Marrito no quedé más que las antenas. Pero va a ser un lindo paisaje. ¿Y el turismo? ¡Uf!, por las nubes.

Colon irritable

Si lo racional no sirve, mejor ser irracional. Y yo creo que es como voy a comenzar a realizar las cosas. Tal vez así sea más fácil el diario vivir. Porque está claro que la lógica no funciona y eso salta a simple vista. Y va más allá del hecho de estar cansado de ser el hermano mayor de mi hermano mayor y el papá de mis papás. Me pregunto ¿Seré yo mi propio hermano y /o hijo? Porque eso ya seria el colmo, pero no me sorprendería, en realidad. Para mí, el mundo está piernas para arriba. Tal vez puede ser que, dada mi crianza televisiva, yo sea el dado vuelta. Puede ser, pero yo no le hago daño a ser vivo, es decir viviente, alguno. Y ya no estoy deprimido por ello, sino que básicamente es un aviso. Desde hoy en adelante, yo me pongo piernas para arriba (en actitud, claro está que no me puedo quedar todo un día en posición invertida). Tal vez este sea el remedio para vivir una vida tranquila, sin tener tantos "peros" para realizar las cosas, sin alegar tanto y por sobre todo, por una vida sin colon irritable. ¿Podré voltear mi colon? Sería ideal.

24.2.08

La plata lo es todo ¿Cierto?

¿De qué libertades me están hablando? La verdad es que yo no entiendo la frase “libre albedrío”. Es evidente que yo puedo elegir lo que quiero hacer, pero ¿sinceramente puedo elegir? ¿Qué es elegir en el fondo? Si es escoger algo, claro que puedo elegir. Ahora, si se agrega que elegir tiene la finalidad última de buscar lo mejor para uno, independiente que el resultado sea malo, bueno, ahí cambia la cosa. En el colegio yo soñaba con estudiar lo que estudio actualmente, desde pequeño. Soñaba con poder escribir y que le llegara a alguien, a cualquiera, no importaba el número, yo no pensaba en masa, importaba la calidad. Si tan sólo llegaba a una persona, el trabajo estaba cumplido. Y era un lindo sueño, en teoría, relativamente fácil de cumplir. ¿Es así de fácil? Porque me ha costado bastante y todavía no lo logro y vergüenza, no vergüenza, pena me da decir que décadas han pasado desde que el sueño empezó. Y todo por plata. Y la plata sirve harto, es decir, uno puede invitar a la persona querida a un helado, arrendar una película o ir a verla al cine, pasear en auto (que es una delicia con lo barata que está la bencina y los amables que son los conductores santiaguinos), etc. Sirve harto la plata, pero corroe harto, incluso la más inocente de las almas. Pero una cosa es que todos se traten mal, en búsqueda de la plata y otra cosa es que uno ni siquiera pueda ser tan iluso como para poder completar el sueño que tenia desde chico, sólo por plata. La verdad es que en los comerciales informativos de Universidades nunca dicen en lado B de estudiar en la Universidad. Básicamente que no somos individuos, somos un número más. Un par de millones, con patas. Y es de famosos de Hollywood tener un precio, por ejemplo sólo el trasero de Jennifer Lopez vale un millón de dólares. Me da “orgullo” decir que el mío sale unos 6 millones de pesos, por año. Calculado a una vida de 78 años promedio por ser varón, 78 x 6= 468 millones. El precio del dólar actualmente es unos 468 pesos al comprador, por lo que mi persona actualmente vale lo que vale el trasero de Jennifer Lopez, un millón de dólares. Valgo trasero, pero un trasero caro. Y soy nadie aún y a este pasó lo único que va a cambiar de lo anterior es ese “aún”. Porque claro, valgo un millón de dólares, pero no tengo precisamente mucha plata. Soy una persona normal, con amigos normales y con padres normales y por lo mismo no puedo costearme mi sueño. Es mío y sería mucho más fácil estar cumpliendo el de mi padre, ser abogado. Al menos, aunque ni persona valdría menos, podría costearme el sueño de mi padre y continuar, ser alguien. Pero ahora todo es plata. Entonces, como no puedo costearme el sueño, buenos son los bancos. Es hora de pedir un famoso crédito. ¡Se nos viene Marzo! Antes me reía de ese comercial, ahora es bastante cierto y tenebroso, por decirlo de alguna manera. Y los bancos son tan lindos, encantadores. Nunca mientes en sus avisos. Por lo mismo, usando todas mis dotes detectivescas, busqué los bancos que mas me convenían, para costear mi abultado valor como personas, insisto, un millón de dólares. Encontré varios, hasta dar con uno que me convenció. Su aviso de crédito universitario consistía en poner a un burro y bajo este colocar la siguiente frase “Él no puede ir a la universidad, tú si”. Lo encontré genial. Claro que él no podía, era un burro, yo soy una persona inteligente, el sueño se puede todavía. Tengo con que cubrir el millón de dólares (la verdad es que no sé como lo hace el trasero de Jennifer Lopez todos los años para conseguir crédito). Bueno, así pasó mi verano. Otros se van a la playa, yo me quede haciendo los trámites del crédito. Un mes y 20 días después, nada ha pasado e ilusamente me pregunto ¿Oie y el banco? No pasan ni 20 segundos cuando suela el teléfono de mi casa y escucho las siguientes fatídicas palabras” Alo, esta Salado. Si si, con él. Hola, mi nombre es demonio de Satán y queríamos informarte que tu crédito ha sido rechazado. Pero ¿Por qué?, me atreví a preguntar ilusamente. Bueno, por políticas del banco. Pero si mi mamá tiene 0 deudas y aparte como 17 departamentos, mi papá tiene 2 sueldos y mi mamá su pensión. Son sueldos chicos, pero alcanza para cubrir el crédito. Si, si, tienes razón, si te entiendo Salado. Mira, hagamos algo. Deja llamar a la base y te llamo en unos segundos, ¿OK? OK, gracias demonio de Satán. Algunos segundos dijo ella, gracioso. Desde esa frase ha pasado una semana. Una hora tiene 3600 segundos, un día tiene 24 horas y una semana tiene 7 días. Si hacemos la multiplicación tenemos que algunos segundos para esa linda ejecutiva bancaria son exactamente, hasta ese minuto 3600 x 24 x 7, que es igual a 604800 segundos y contando. Bueno, en realidad son distintos puntos de vista, pero yo no habría dicho algunos segundos. Y así, de esa manera, el sueño se fue al bote de la basura, de nuevo.
La verdad es que, al menos por hoy, de manera difícil, pero entusiasta, puedo seguir pagándome el sueño, al menos por ahora. Pero sé que muchos no pueden hacerlo y vivir en una sociedad inconsecuente a lo que dice y que ni siquiera se digna a denunciar un problema tan grave como este, no merece ser llamada sociedad. La verdad es que yo me doy vergüenza por hacer nada y peor opino de todos uds.
Para finalizar no todo en la vida es dinero, hay cosas más bonitas. La plata no es lo más importante, pero el oro sí.