19.12.09

Reflexiones al azar, número 47.

Cada uno de mis 23 veranos que llevo en este planeta he tenido que soportar como un sentimiento poco especial se ha manifestado especialmente en este periodo, el de la angustia por el ocio.
Claramente en el verano, uno tiene más tiempo libre. Ahora esto no quiere decir que uno no tiene cosas que hacer, porque hasta el tipo menos popular del mundo, tienes cosas para hacer, lo que falla son las ganas y eso es una constante, al menos para mi. Es casi como una depresión de periodo de verano, luego de mantenerse constantemente ocupado, es decir, que te mantuviesen constantemente ocupado, pasar a que el destino de tus acciones pase sólo por tu voluntad no es fácil. Es lo normal, claro está, pero no es fácil adaptarse de un momento a otro y de repente nos cuesta todo el verano, al menos a mi me ha pasado varias veces. Pero no más. Es decir, más allá de crear múltiples actividades para hacer en estos 60 días de vacaciones, eso es una estupidez. Esto tiene que ver con no tener la disposición de tomar en cuenta esta angustia. Ahora, me gustaría tener el control mental de un psicópata y no tomar en cuenta para nada mis emociones, lamentablemente no lo tengo. Pero si puedo controlar mis acciones y la verdad aunque sea angustiado por estar mirando las nubes o estar mirando el techo de mi pieza, lo voy a hacer. Preferiría verlos a través del reflejo de mis párpados, pero eso depende del sueño del momento y eso es algo que tampoco controlo.
Quizás un primer paso sea haberse dado cuenta de la estupidez que es angustiarse por el tremendo regalo que es el tiempo libre y el hacer nada. Al menos me angustiaré en conciencia.