25.12.09

Ganas.

No sé si he escrito sobre esto, pero al final de cuentas si se repite, se explicara por si solo al final.
La única razón para hacer algo es tener ganas. Y por defecto la única razón para no hacer algo, es no tener ganas. Fundamentar decisiones en algo más que eso, en algo tan simple como las ganas, es complicarse y condenar todo tipo de actividad, relación o futuro, o peor el presente, al fracaso rotundo. Es así como empiezan las inseguridades, la falta de fundamentos para las cosas que uno realiza y al final de cuentas llegar con todo esto al sufrimiento que nadie está buscando cuando uno inicia una nueva actividad.
Por ejemplo, alguien te invita a salir, alguien atractivo o simplemente tú estás demasiado aburrido/a en tu vida. Entonces no sabes que hacer. La verdad, para mi la solución es simple. Si te dan ganas, hazlo. Ahora yo puedo decir esto dado que mi filtro, valores y experiencias de vida se entrelazan y se transforman en estas "ganas" de hacer algo, pero si algún día no lo hicieran, más allá de arrepentimientos, al menos habría hecho lo que quise, distinto habría sido si no lo hubiese querido. Es ahí cuando empiezan los problemas, si yo salgo con alguien por aburrimiento, por miedo a no ser invitado de nuevo, simplemente porque es muy bonita y hay que aprovechar "oportunidades" así, el mero fundamento de la salida estaría marcado por el error y esa no es la idea. Es efectivo que puede que nunca más me inviten a salir, al menos nadie como ella. Pero eso es un supuesto y además, las oportunidades son "oportunidades" como tal según uno quiera verlas, porque al final, cualquier cosa puede ser tomada como una posibilidad, una chance, según las ganas de cada uno, obvio.
No saben la libertad que te da el hacer las cosas cuando tienes ganas, que las inseguridades no te atan a nada y que al final lo único que sé que me depara el futuro es que no lo sé, pero que no me importa, porque no debería de importar. Todos estamos o hemos estado tan preocupados de otras cosas, distintas a nuestro presente que nos olvidamos que no se está vivo, al menos de que se viva. De que ser responsable está bien, pero sin cohartarte las ganas, porque al final, si te dan ganas, es por algo. De que la vida sin anécdotas es nada y que si no nos equivocásemos, no habría posibilidad de acertar en el futuro. Porque si se tratara de hacer todo bien a la primera, al final, todo se basaría en la suerte y más allá de pensar que tengo mala suerte y por ende, estaría perdido, creo sinceramente que la vida no es sólo azar.
Al final, no sé lo que me depara el futuro, no sé lo que me depara el verano, ni siquiera sé lo que voy a seguir haciendo ahora en esta calurosa tarde de verano. Pero al menos se una premisa, haré lo que me de la gana.