5.6.08

Antes

Antes yo era un iluso y por eso siempre me dañaban. Siempre trataba de hacer lo mejor no sólo para mí, sino que para el resto, porque eso me hacía sentir bien. Y por eso siempre abusaron de mí, ya que, bueno, era bastante fácil pedirle ayuda a alguien que está dispuesto a dártela y asimismo, bastante fácil negarle ayuda al que te pide, una vez que ya te ayudó. Es bastante fácil molestar al que no se defiende, al que claramente tiene un defecto físico, al que luce más débil. Así fue como se me fueron quitando las esperanzas en mis congéneres, a decir verdad, los hombres somos unos idiotas. ¿Y las mujeres? Bueno, las mujeres son princesas, así me enseñaron cuando niño, en ellas mantenía esperanza. Y así crecí, pensando que algún día, me casaría con una princesa y que seriamos felices para siempre. Y así, pasando los años y viviendo ciertas experiencias, me fui desesperanzando de las mujeres, así como he escrito acá por más de 2 años acá. Pero siempre mantuve una vaga esperanza, así como el último hilo de vida que mantiene a una persona viva en una unidad de cuidados intensivos. Yo soy así, enamoradizo, esperanzando, fiel creyente del amor eterno y de las almas gemelas. Buenos, al menos eso era. Esto fue lo último que perdí. Y yo creo que es una de las cosas que más me duele de todo esto, aparte de la indiferencia. Me gustaba pensar en lo mejor de la gente, a pesar de la maldad innata de la mayoría. En que alguna parte había decencia y sobre todo que esta ultima la iba a poder encontrar en una sola persona que me acompañaría toda la vida, que nos amaríamos y que alcanzaríamos juntos la felicidad. O que al menos iba a poder hacerla a ella feliz, con eso me bastaba. Y tener muchos hijos y que ellos pudieran ser buenas personas y no dañar al resto. Pero ahora todo eso no existe, murieron, no resistieron más la agonía. Me da miedo este cambio en mí. Me gustaba mi forma de ser, pero ahora soy otro. Es más que una fase o un estado común post-quiebre. Es otra cosa que no entiendo, un renacer, pero involucionado en términos morales y de bondad.

Me doy pena

¿La llamo o no la llamo? Ese es el dilema (tomando el teléfono celular en mis manos como si fuese un cráneo) Si la llamo, sería un necesitado de cariño, no de cualquiera, del suyo, pero no lo recibiría. Me respondería no de la manera que yo desearía, sería una llamada corta y sin ganas mutuas de estar hablando, por lo que mi necesidad inicial se convertiría en angustia, para luego pasar a posibles lágrimas, una vez escuchado el tono de cortado. Si no la llamo me quedaré con las ganas de escuchar su dulce voz, de saber cómo está, de llenarse de tranquilidad al saber que está bien y aún soltera, me quedaría sin escuchar su risa que me mata y sentir su olor a través del teléfono (cuando desarrollas mucho tu sistema límbico se puede, créanme), por lo que me quedaría poco tranquilo, para luego pasar a lágrimas por extrañarla. ¿Cuál de las dos es el menor mal? Sería increíble encontrar la respuesta, para mí, la pregunta eterna, si me hace mal estar con ella o el estar sin ella o ambas o la mezcla de ambas, que sé yo. Sería bueno saber de algún libro que tuviese la respuesta o de alguien. A veces siento que incluso pierdo la ironía, mi magia, mi “je ne se quoi”, que ya no le veo la gracia a lo malo, incluso si es gracioso. Insisto en que esto debería ser enseñado en el colegio, para así estar mejor preparado y no invalido mental como estoy ahora. Es como si mi sistema límbico se hubiese comido a mis hemisferios cerebrales y a mi tronco encéfalo y sólo se conectara con mi medula para hacerme sentir dolor, innecesario, por lo demás. Me acuerdo que la última vez que había sufrido por amor (nada comparado con ahora, tanto que ahora parece haber sido un deleite) me dije que lo mejor para olvidar era hacer que ella se volviese algo cotidiano en mi vida, así darle poca importancia (no la que se le da a alguien que uno evita), ahora sería apropiado aplicar la misma ecuación. Pero ¿Cómo hago cotidiana a alguien que no quiere estar conmigo? Difícil, podría pasar una foto suya a un poster y usarla como calendario o como blanco para dardos, me inclino más hacia la segunda. En teoría en varios años más me voy a estar riendo de la situación. Lo único que pido que lo que me de risa no sea el escribir que se me habría que haber olvidado de ella y no haber podido. Al menos la ironía habría vuelto.

4.6.08

¿Oye, porqué me llamas?

El asunto de enfrentar por primera vez un quiebre, es para mí, el no saber cómo afrontar la situación de la forma más calmada y diplomática posible. Demostrar que soy civilizado y no ir gritando por medio mundo lo mala e injusta que es la situación para mi (algo así como ir gritando que me quemo por el paseo ahumada, salvo que este ardor es espiritual). Pero más allá de la inexperiencia, más allá de que los libros ni las películas me han enseñado bien para este momento, son los sentimientos los que no me dejan afrontar de una forma correcta la situación. Para mí, ella sigue siendo el amor de mi vida, la mujer con quien me quería casar, a quien quería regalarle un perro labrador, construirle una casa en la pradera y tener una fábrica de algodones de azúcar, especialmente para ella (lo último es un poco fifí, pero podría habérmelas arreglado haciendo algodones de azúcar de color negro). Y claro, no soy tan idiota para pensar que para ella yo significo lo mismo. De hecho pienso que nunca lo fui, ni cercano. Fui un amigo enamorado de ella. Una manera de pololear con alguien y no salir dañada, Pero en fin. Pero no sé cómo afrontar la indiferencia de ella hacia mí, a veces pienso que debería haberla engañado, por último para tener un porqué de la situación y no un simple “así lo siento”. Este último es como una daga hacia mi ventrículo derecho, porque una cosa es merecerse la indiferencia de una persona. Pero que habiendo pasado por tantas cosas, haber experimentado tantos sentimientos, de un día para otro pasar de dormir juntos a ¿Por qué me llamas? Es algo inexplicable. No sé porque necesito un porqué. Pero así es, lo necesito, para seguir. Es raro que para dejar de lado a alguien y para superarla (aunque no se quiera), necesito algo de esa persona, un último favor. Aún más cuando la respuesta no es positiva y se sigue con la duda. “Simplemente pasó”, bueno sí, “Pasó”, pero esto no fue un accidente de tránsito ni una muerte súbita, esto era una interacción entre 2 personas.
Es increíble que la cura para todos mis problemas, también sea la causante de ellos. Es como que para curarme de VIH, tuviese que contagiarme nuevamente de VIH. Raro, por decirlo menos. Otra cosa que simplemente es. Y sí, tal vez ella se sienta tranquila, al decir que ya había cumplido una misión al pololear conmigo y ya se había acabado. También creo en el destino, pero creo aún más en la maldad humana y en la inmadurez y yo pienso que esto último es una mezcla de ambas cosas. Algo así como el niño que al ser golpeado por su padre se juró a sí mismo no golpear a sus hijos, cuando fuese papá. Y como una ironía al destino sea el mismo padre anterior que estaba golpeando a sus hijos. “No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti”, tal vez ahora sería mejor “Haz lo que quieras con los otros, para que no te lo hagan a ti”.