No sé que fue, la verdad no sé. Me imagino que fue el tono de tu voz al hablarme, las vibraciones vocales que salieron de tu laringe y llegaron a mis oídos. Quizás no sólo eso, sino la manera en que me hablaste, como poseyendo todo el lugar y dado que yo me había atrevido a pisar pie sobre tus Tierras, tenía que ser sometido. Y debo decir que eso , fue lo que en vez primera, me encantó (sí, no exagero), de ti.
Tuve que preguntar por ti, tuve que hacerlo. Por suerte, (que coincidencia), vivías con un amigo, en realidad más bien un conocido. Como iba diciendo, le pregunté por ti, ¿Quién eras? ¿De dónde saliste? ¿Por qué no había tenido el privilegio de conocerte antes? ¿Y por qué ¡Demonios! tus labios no están besando los míos? A mi "amigo", le pareció muy interesante que preguntara por ti, casi como que por otra parte, le hayan preguntado a él, por mi. Ojalá ese alguien hubieses sido tú. Me hablo de que, en realidad, siempre pensó que congeniaríamos, es que tú, tenias ese "que sé yo", que tanto me gusta. Y bueno, te gustaba el francés, Seinfeld y las comedias idiotas de adolescentes gringas, sin criticarlas por "poco culturales", siendo que eres demasiado inteligente (mucho más que esos pseudo intelectualoides de izquierda o de derecha, que critican tanto ese tipo de películas).
"¿Y? ¿Qué piensas de ella?", me preguntó mi conocido. "Nada, simpática", le respondí. "No pues, dime la verdad", continuó diciendo. "La amo", ¡La amo!, aunque eso lo pensé. Continué diciendo "Nada, hombre", con firmeza. Igual este tipo quedo con la duda, de que tal vez, le mentía.
Él seguía hablando de ti y algo me pasaba. Los lugares que habías visitado, lo que habías estudiado, tu forma de ser y yo sólo te veía bailar y asociaba lo interior con lo hermosa y preciosa que eras, algo , ya me pasaba, al conocerte por un par de horas. Para mi suerte, las cosas, en algún mundo paralelo que no era el mío, antes de conocerte, las cosas suceden de manera natural. Es la manera de suceder las cosas, la que, en algún minuto, que curiosidad, me haría conocer, hasta tu cama (no que la fuese a ver en un catálogo de "Almacenes París").
Salimos un par de veces, todavía no pasaba nada, es que mi timidez (en realidad mi flojera disfrazada de timidez) no me dejaba hacer algo. Debe haber sido el ron, que sé yo, pero te dije, en nuestra tercera cita "Desde que te he conocido, acércate querida, acércate (susurrándole al oído), que he querido dormir contigo". Continué diciendo "Quiero olvidarme del tiempo y que, por una noche, pasemos una noche, en que demuestres, lo que sientes por mí. Dormir abrazado junto a ti y nada más, sin compromisos o complicaciones". Insisto, en que en este mundo, las cosas que son obvias, suceden de manera natural. Tú eras como eras y yo, bueno, soy como soy. Y llegó el momento. No pasó nada esa noche, pero al otro día me invitaste a tu departamento, en Providencia, yo pensé que era para decirme lo desubicado que fui, aunque claro está, debo adelantar, que me equivoqué. Toqué el timbre, y debo haber dicho algo que te gustó, porque al abrir y yo saludarte, me comenzaste a besar, besándonos en medio de todos, todos mis compañeros de curso, tus amigos, en el medio del salón. Comenzó a sonar una canción que me gustaba, te saqué a bailar. Antes de que terminase, te dije "Llévame a tu habitación". Cuando la gente se fue, tu cumpliste, con lo que anteriormente te había pedido. Por fin solos, nos tiramos en tu cama, no nos importó más nada. Pero recuerda, sólo recuerda, "No pienses más en mi, abre tu corazón, dado que esa ventana abierta, será sólo para ti".
Adaptación "Romix", del grupo Miranda.