No caminábamos de la mano ni nos decíamos cosas demasiado lindas, pero si eramos cercanos, tan cercanos como pueden ser dos personas que comparten una coca cola y conversan todos los días sobre lo que los incomoda y sobre lo que les gusta. "¿Seinfeld es tan fome? ¿Cómo te puede gustar?", me decía ella. "Bueno, es que sinceramente, creo ser el único que le gusta. Más 15 millones de gringos, pero en fin", le contestaba. Caminábamos, insisto, no de la mano, por las plazas y parques del país y comentábamos la falta de árboles en Santiago. "Pensar que con unos cuantos árboles más, habría menos contaminación y el calentamiento global acabaría", aseverabas. "Bueno, en realidad, al haber más árboles, habría aún más emisión de c02 y bueno, el planeta, si es que es el c02 el que lo calienta, seguiría aún tan caliente. Aunque yo pienso que es al revés, el planeta se está calentando y esto aumenta el c02, no creo en el calentamiento global provocado por los humanos, es darnos demasiada importancia y poder sobre algo", le respondía. "¿Pero porqué te mueves a todas partes en bicicleta?" "Bueno, para hacer ejercicio y no tengo plata para un auto" "¡Vives en La Dehesa, pobre infeliz!" "Bueno, bueno, tengo el dinero, pero no quiero contaminar" "Ah, entonces si me apoyas en mi teoría" (me decías, claramente aseverado y no preguntando) "Bueno, si y no" (y esa siempre fue la mejor respuesta que pude tener, era tan sensacional).
Podríamos haber pololeado, cierto, no lo dudo. Pero ninguno salió de su burbuja, de su natural flojera, para decirle al otro "Sabes, bueno, en realidad tú me conoces y sabes que no me comprometería, no creo en las relaciones. Pero me muero por darte un beso". Es que sencillamente, ni nosotros lo hubiésemos hecho, aunque debimos. Ahora, tal vez, las cosas serían distintas (aunque uno siempre le busca soluciones a temas pasados). Es que bueno, siempre me sentí, en parte, dueño de tus ojos verdes y labios carnosos. ¿Por qué? Quizás por las miles de coca colas y tardes juntos, que sé yo. Pero tú tenías ese "que sé yo", que era suficiente para que fueses mi única amiga y poder no usar comillas cuando digo amiga. Aunque para ser honestos, también extraño mi peso perfecto y el poder correr dos kilómetros en 9 minutos.