1.3.09

Las muchachas de Salado.



Dicen que uno de los mejores rock es el de garage. Y no se me ocurren mejores exponentes que los Stripes, los White Stripes. La verdad es mi grupo favorito y cada canción, cada acorde de guitarra de Jack White es un placer para mis oídos. Es una de las razones por las que siempre he querido tener una banda, por los que aprendí a tocar guitarra y por los que alguna vez aprenderé a tocar piano, ojalá. Pero dejando de lado la música, dejando de lado una de las mejores guitarras del mundo, está Meg, la baterista. La verdad, el aporte musical de Meg, dado que Jack es el que compone la mayoría de las canciones, se reduce básicamente a mover su mano y hacer sonar, no de una gran manera, la batería, el pandero y de vez en cuando cantar en angelical tono.



Pero Meg es más que eso. Meg coloca la mística en los Stripes. Más allá de la pregunta de si es verdad que son hermanos, sino más bien ¿Ella estará soltera? Porque su trigueña forma de ser me inspira, sus formas me llaman y la verdad, su voz me mata. Ella no es una escultural mujer, no tiene unos ojos preciosos y no ha personificado a ningún personaje que se pueda acercara mi ideal de mujer. Pero ella tiene toda la onda cool que yo podría pedir en una mujer. No la de una mujer popular, tipo "porrista". Sino que la de una hermosa mujer, miembro de una de las mejores bandas del mundo.



Ver tocar a Meg, es un placer. Escuchar a la banda es un placer, pero de forma distinta. Aunque escuchar la guitarra, piano y voz de Jack es inspirador, ver a Meg, es, necesariamente un "uf". Un uf, para mi, es cuando ves a alguien y te quedas sin el habla. Y se nota mucho más para cuando alguien siempre tiene algo que decir, como yo. Ves a alguien y la verdad, no sabes que decir. No por vergüenza, no por timidez, sino que todas tus neuronas están ocupadas en poner atención a tal persona.
Yo tuve el placer de verlos en Santiago cuando vinieron. A pesar de la faringoamigdalitis, de los 39° centígrados de fiebre y de que alguien me fumara en la cara durante todo el concierto, fue uno de los mejores días de mi vida, hasta ahora, quizás el mejor. Fue un concierto corto, dado que Chile es un país chico. Pero el poder ver a Meg White durante hora y media fue una de las mejores fortunas que he tenido en mi vida. Quizás el aderezo perfecto para una batería, cosa rara dado que la batería debería ser una herramienta del músico. En este caso, la batería resalta, por el personaje que es Meg. Si tocara piano, guitarra y cantara como rock star, quizás tendría una oportunidad con ella, aunque ella se separó de alguien similar, Jack. Ahora, un hombre, puede soñar.