Todo había llegado hasta un final. En realidad uno nunca sabe lo que te trae el futuro, no sabes cuando todo terminará, ni como terminará. A menos, bueno a menos que decidas suicidarte y tomar control de tus últimos momentos, casi, creyéndote más que Dios. Pero en ese momento, ya nada importaba. Sentía que ya había vivido lo que tenía que vivir, que algunos, por estadística, teníamos que vivir menos y sufrir más, no porque el mundo me odiara, sino que porque sí. Y por la misma razón de mi sufrimiento, yo me iba a suicidar. No había mayor argumento. Y eso me tenía en uno de los puentes que dan hacia el "Mapocho" y como todo cliché (¿Por qué no terminar algo atípico con algo típico), iba a saltar y en teoría ahogarme.
No iba a dejar carta, explicando razones, despidiéndome. Pienso, que sería peor. Algo que podrían ver mis padres y sufrir, más que sólo con la pérdida de un hijo. No quería que nadie , cuestionara mis argumentos para tomar tal medida, simplemente, quería hacerlo, como la gente quiere ir a bailar. Tomar control de las acciones que no me corresponden y saltar, voltearme y mandar a que la cresta a la sociedad, como tal.
Lo mejor, era contar hasta tres, según "El manual del suicida", que había conseguido en la Internet. "Uno" y se me pasaron todas las cosas malas, que había vivido durante mi vida, todo. Todos los pisoteos, todos los abusos, todas las faltas de cariño, toda la gente "demasiado" cariñosa. Todo, así que apuré la cuenta. "Dos" y se me pasaron todas las cosas buenas que hice y tuve durante mi vida, el cariño de mis padres y amigos, el éxito colegial, los pocos besos que di y la única vez que vi a una mujer desnuda (¿Por qué pensar eso antes del final? Pregúntenselo a un psicólogo). El tres no llegaba y la verdad, cada vez se alargaba el final. Así que simplemente decidí hacerlo, sin llegar a tres. Lanzarme y adiós. Quizás, todavía tenía la esperanza, de que alguien viniera y me dijera que no lo hiciera, que todo iba a estar bien. Pero esto es la realidad, no una película. En eso, una señal. Una chica preciosa, hermosa, caminando por la otra cuadra del puente. Podría haberme detenido, dado que estaba sospechosamente sobre la baranda del puente. Pero no lo hizo, sencillamente iba concentrada en otra cosa, pelo corto, hasta el hombro y los ojos más claros que había visto hasta ese momento. Ahora, ¿Quién pensaría que uno se enamoraría justo antes de morir? Curioso, ahora, no tenía porque detenerme esto. Pero la vi llorando, sentí que necesitaba ayuda, la vi y sencillamente supe, que la falta de razones para seguir viviendo se había acabado. No sé si fue una señal del cielo, no sé si Lucifer no me quería en el Infierno. Simplemente pasó, al igual que ella. Cuando bajé y me di vuelta para ir a hablarle, ya se había ido. Pero, yo ya no quería morir.
"¿A dónde estabas anoche?", me preguntaba mi madre la mañana siguiente. No le respondí. "De seguro andabas emborrachándote con tus amigotes". No le quise rebatir nada. Prefería que pensara que era un caso perdido, atrapado en el carrete, que un suicida. Es más manejable para un padre, pensaba yo. Además, lo único que pensaba era en esa muchacha. Pelo corto, ojos claros y cara triste, ¿Cómo la encontraba? La verdad, era un tanto difícil, pero si la vi al querer suicidarme, como no verla de nuevo para decirle "Holi". Si tan sólo supiese dibujar, haría esquemas y pondría "Se busca", en la calle. Luego agregaría, "ella me ama, pero aún no lo sabe". Quizás con eso, habría logrado que los carabineros fueran a mi casa, a buscarme por loco. Pero ni siquiera sabía dibujar ni conocía a alguien que supiese. En eso, mi mejor amigo, me invita a una Pastoral de jóvenes, en la que siempre participaba, desde pequeño. La verdad, yo no era muy religioso, menos católico. Pero no perdía nada, la verdad, siento que si lo de anoche era cierto y no lo había imaginado, víctima del pánico, es que algo superior, tenía que estar vigilándonos, cuidándonos, sólo que no sabía lo que era.
Llegué al lugar e igual me dio risa. Todos eran demasiado ordenados, correctos en su hablar. En cambio yo, fui con mi polera de "Pantera" y mis shorts de jeans cortados con tijera. No era por ser "rudo", sencillamente esa era la ropa que estaba limpia en mi casa. Mi amigo, me presentó al sacerdote a cargo. Su nombre era Ricardo y la verdad era bastante gracioso, siempre con una sonrisa en la cara. Ahora, si me dijeran ¿Quién piensas que podría ser pedófilo en un futuro cercano?, hubiese dicho el nombre de este sacerdote.
Pero al final, son puros prejuicios y de seguro yo era más pedófilo que él. La verdad, yo siempre he sido bastante tímido, cuando no conozco los lugares o la gente de algún lugar. Me cohíbo y al igual que un vampiro, necesito que me del el pase de entrada, para tomar confianza. Y ahí, ya nunca paro. Pero ni mi amigo, hizo el intento de presentarme. Todos estaban muy concentrados, hablando sobre el tema de la semana, "El aborto". Y me dieron la palabra. Ahora, era un tema controversial y la verdad como no era católico, pensé que me iban a linchar. Pero como no pensaba volver, respondí "Bueno, la verdad es que para mí siempre ha sido algo muy malo. La verdad, como todo en la vida, si no quieres hacer algo, o tener algo, mejor no lo hagas. Si quedaste embarazada por meterte con un tipo x que al final se largó y te dejó botada, deberías haber pensado en eso antes de tener relaciones sexuales. Siento yo, que al permitir el aborto, como que le quitas consecuencias a los actos de la gente, independiente de que los puedas ver como algo bueno o malo. Es como si en el colegio, yo no estudiara, pero cada vez que haya una prueba, el profesor la haga de a dos y mi compañero haga la prueba por mi. Y así tenga puras buenas calificaciones. Pero jamás aprenda de mi error de ser un flojo. Sencillamente, pienso que en la vida, deben haber consecuencias. Es algo bueno". Ahora, el silencio que hubo en los siguientes 30 segundos no fue algo que ayudo a mi timidez, pero cuando el padre Ricardo se levantó y empezó a felicitarme y decir "Se nota tu buena crianza" ( a todo esto, mi nombre en Floripondio) y toda la gente comenzó a sonreír, empecé a relajarme. Pero no iba a volver, la verdad, al pasar el rato, me comenzaba a dar cuenta que lo de anoche, sencillamente había sido azar, algo "estocástico". No hubo un tipo con barba gigante, tratando de hacerme pasar un buen rato, dentro de una vida dura.
En eso, se abre la puerta. Si no dijera que fue un momento celestial, mentiría. Y entra, por Dios las "coincidencias" de la vida. Era ella, ¡la chica del puente! Ahí, frente a mi, diciéndome "Hola, mi nombre es Camila". No sé porqué, pero me quedé helado, generalmente si me hablan, es como un pase para mi y mi timidez se termina. Pero es que ahí estaba ella, tan simple, tan bella. Me quede impávido. Aunque no creo que se haya dado cuenta, dado que me saludo y se fue a sentar. Es que no sabía como presentarme, no sabía que decirle "Hola, nena. Te vi anoche en el puente. Tú estabas triste y yo me iba a suicidar. ¿Quieres salir conmigo?" Simplemente, no sabia como acercarme. En eso mi amigo me aviso de una junta en la casa de unos de los tipos de Pastoral, a la que asistiría Camila. Por supuesto, iría. "Oye, pero es bailable", me dijo mi amigo. Mi némesis, el baile. Es que si ya no sabía como hablarle, iba a ser peor si me veía bailar. Una explicación, cuando chico, siempre pensé que bailaba así.
Pero, en realidad, bailaba y bailo así.
La cosa, es que mujeres como ella, no se juntan con hombres como yo, sencillamente no. Yo era simpático, me quería y todo, pero estaba consciente de mis faltas y limitaciones. Y hablarle a chicas hermosas, era una. Es que ¿Por qué tenía que ser así?
Un poco menos perfecta y listo. No era pedir mucho. "Oye y si hacemos los pasos de la banda, la que teníamos cuando chicos, en realidad triunfaríamos", le decía a mi amigo. "Floripondio, relájate, es humana, de carne y hueso, al igual que tú. La probabilidad de que le gustes, es casi cercana a la que no le gustes. Quédate tranquilo y verás que todo sale bien", me dijo. ¿Por qué todos eran tan positivos? Lo odiaba, de repente, me daban ganas de golpearlo en el estómago, aunque fuese mi amigo. "Wn, no todo es bueno. La idea es ser feliz, a pesar de eso". Pero nunca lo hacía. En el intertanto, me puse a estudiar ciertos pasos de baile para la noche.
La idea era saber bailar, pero seguir siendo heterosexual. Y al mismo tiempo, no demostrar mucho interés. ¿Para que cresta me metí a ingeniería? Para mejorar aún más mis cualidades de contacto con el género opuesto. Pero todavía se podía. Y la noche, aún estaba lejos de llegar.