17.1.09

Cualquier similitud, es cosa de su imaginación...parte seis.

Se llamaba Rodrigo Barrera y era estudiante de segundo medio. Yo, como era de primero y nuevo en el colegio, no lo conocía. A decir verdad y al igual que yo, él no tenía muy buena fama. Siempre fue conflictivo y de hecho, el año pasado, el mismo año en que Gori terminó llorando, Rodrigo no había jugado el único partido de campeonato, dado que estaba lesionado por haber participado en una pelea callejera. Por lo mismo, dado que él era bastante parecido a mi, en esa materia, yo pensaba que la pelea no terminaría donde quedó. Y tenía razón. Sólo que me equivoqué de contrincante.
Hoy día era la última práctica antes del campeonato. Gori estaba emocionado y se percibía en sus ojos que estaba confiado, que con este equipo, al menos pasaríamos de primera ronda. Estúpida meta, pero se entiende, son chilenos. Yo tengo ascendencía japonesa, soy japonés de séptima generación, por lo que ya perdí lo rasgado de mis ojos, sólo me queda el nombre. Y como todo Samurai, tengo sangre de ganador. "Ipe, ¡pelea!" Nos decía Gorila. "Hoy día practicaremos con el equipo titular que jugará mañana" " Salguragui, tú estarás en la banca" "¡Pero si soy talentoso!" "No importa. Mañana necesitamos experiencia" "No te preocupes Salguragui, te están reservando para partidos mejores", me decía Javiera (Por Dios que se veía linda con el pelo con cola de caballo). "Jeje, lo sé Javiera. Ahora iré a trotar mis 18 kms diarios" (la verdad es que me iba a llorar al vestuario). "Salguragui, quédate viendo la práctica. Quizás puedas entrar en el siguiente partido" "¡Pushh!" (ruido distante) Andrés se había clavado, una gran clavada, de hecho. Y eso que era más bajo que yo. Javiera quedo borrada por unos segundos "Javiera, ¡Javiera! ¿Estás bien?" "Sí, sí", me contestaba semi recuperada y un tanto sonrojada. "¡Andréééééééééééééééééééééééééééééééééééééééééés!", gritaban un grupo de chicas. Al parecer el idiota tenía seguidoras.
"¡Robertichiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!" (me di vuelta triunfante) "¡Apestas!", me gritaban mis amigos, Jean Paul y Sebastián, desde las gradas. Con amigos así, ¿Quién necesita golpear tarros de basura para descargar las rabias?