20.8.08

Especial de día de brujas, parte segunda

No sé cual era la traba de la gente del pueblo con las servilletas, pero en el único bar/restaurant del pueblo la gente ocupaba sus mangas para limpiarse y el sólo decir la palabra "Ser.." era una herejía. Esto me intrigaba mucho, porque en mi infancia era un adicto a lo oculto, lo que combinado a mi actual agnosticismo, más que asustarme, me provocaba sed de misterio, de desenterrar el porque de esta situación y como hoy es la última luna llena, creo que mi deseo por dormir tendrá que atrasarse otras 24 horas. Le pedí a un niño del pueblo que me acompañara en la noche al bosque de Saint Mathews, para poder saber de donde venían estos famosos aullidos. Alguna explicación racional habría. Sé que llevar a un niño a esta expedición no suena muy pedagógico, pero la verdad es que ningún adulto se atrevió a ir. Y este niño fue lo único que conseguí. Mala suerte para mi espalda, ya que tuve que cargar con las mochilas, la del también (no sé porque le estaba pagando, exactamente). El tema es que eran las 11 de la noche, la luz de la luna nos daba una visión clara del bosque y no había señales de algo paranormal. Quizás lo más anormal es que un niño de 12 años tenía menos miedo que yo y estaba menos cansado y quizás tenía más cuerpo de adulto que yo. Aparte mi Rumano estaba un poco oxidado, por lo que nuestra comunicación no era perfecta y se limitaba a monosílabos y algunas expresiones populares, un tanto subidas de tono para un pre-adolescente. Bueno, como iba diciendo, la noche pasaba y no habían rastros de hombres lobo (aunque no creía, quería creer. Porque uno puede morir de cualquier cosa, ¿Pero morir en las fauces de un licántropo? Le daría un fin justo a una vida increible), de vampiros, de alguna masa extra-terrestre, de algún payaso asesino alienígena, perros del infierno, suegra o ex polola. ¡Nada! Ni siquiera de algún tipejo que se diera el trabajo de colocar una grabación en medio del bosque y un amplificador. Era preferible el fraude a anda, por último para reirme. Luego de un par de horas, tipo 2 de la mañana, le dije al niño (que creo que se llamaba si o muere, no le entendí muy bien) que nos ibamos y para mi sorpresa y como si no fuese un cliché de todas las películas gringas de terror, no estaba. ¡No estaba! ¿Qué le iba a decir a los padres de aquel niño? ¡Demonios" ¿Cómo me iba a devolver? Sabía que la idea de las migas era una buena idea, ¡Maldita gula por el pan! Emprendí viaje siguiendo la rosa de los vientos, buscando el Oeste, colocando mi oreja en el suelo, siendo uno con la noche. Para mi sorpresa a la hora más tarde estaba en la misma parte. Y para mi sorpresa escuche por vez primera, unos aullidos, a lo lejos. Y nuevamente, pero más cerca, y nuevamente, pero más cerca y más cerca ¡Y más cerca!