4.6.08

¿Oye, porqué me llamas?

El asunto de enfrentar por primera vez un quiebre, es para mí, el no saber cómo afrontar la situación de la forma más calmada y diplomática posible. Demostrar que soy civilizado y no ir gritando por medio mundo lo mala e injusta que es la situación para mi (algo así como ir gritando que me quemo por el paseo ahumada, salvo que este ardor es espiritual). Pero más allá de la inexperiencia, más allá de que los libros ni las películas me han enseñado bien para este momento, son los sentimientos los que no me dejan afrontar de una forma correcta la situación. Para mí, ella sigue siendo el amor de mi vida, la mujer con quien me quería casar, a quien quería regalarle un perro labrador, construirle una casa en la pradera y tener una fábrica de algodones de azúcar, especialmente para ella (lo último es un poco fifí, pero podría habérmelas arreglado haciendo algodones de azúcar de color negro). Y claro, no soy tan idiota para pensar que para ella yo significo lo mismo. De hecho pienso que nunca lo fui, ni cercano. Fui un amigo enamorado de ella. Una manera de pololear con alguien y no salir dañada, Pero en fin. Pero no sé cómo afrontar la indiferencia de ella hacia mí, a veces pienso que debería haberla engañado, por último para tener un porqué de la situación y no un simple “así lo siento”. Este último es como una daga hacia mi ventrículo derecho, porque una cosa es merecerse la indiferencia de una persona. Pero que habiendo pasado por tantas cosas, haber experimentado tantos sentimientos, de un día para otro pasar de dormir juntos a ¿Por qué me llamas? Es algo inexplicable. No sé porque necesito un porqué. Pero así es, lo necesito, para seguir. Es raro que para dejar de lado a alguien y para superarla (aunque no se quiera), necesito algo de esa persona, un último favor. Aún más cuando la respuesta no es positiva y se sigue con la duda. “Simplemente pasó”, bueno sí, “Pasó”, pero esto no fue un accidente de tránsito ni una muerte súbita, esto era una interacción entre 2 personas.
Es increíble que la cura para todos mis problemas, también sea la causante de ellos. Es como que para curarme de VIH, tuviese que contagiarme nuevamente de VIH. Raro, por decirlo menos. Otra cosa que simplemente es. Y sí, tal vez ella se sienta tranquila, al decir que ya había cumplido una misión al pololear conmigo y ya se había acabado. También creo en el destino, pero creo aún más en la maldad humana y en la inmadurez y yo pienso que esto último es una mezcla de ambas cosas. Algo así como el niño que al ser golpeado por su padre se juró a sí mismo no golpear a sus hijos, cuando fuese papá. Y como una ironía al destino sea el mismo padre anterior que estaba golpeando a sus hijos. “No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti”, tal vez ahora sería mejor “Haz lo que quieras con los otros, para que no te lo hagan a ti”.