5.10.11

Nunca quedo mal con nadie.

Siempre me pensé, mejor dicho sentí, más parecido a un tipo de persona como House. No por inteligencia, sino que por ironía y mi apatía hacia la gente. Al menos creí sentirme apático. Hasta la primera vez que creía enamorarme, estando en Scout. Creí, porque claramente no amé a alguien a quien ni siquiera di un beso. Pero al igual que House, ese amor, me cambió- Me hizo apreciar al ser humano, como una criatura muy preciada. Pero no sé porque.


Los humanos somos mágicos, criaturas cuyo mero caminar, es milagroso. Pero las personas somos como el pene. No todos, dirán algunos. Y es verdad, hay gente, como la persona que llena mi inspiración en la actualidad (y espero por siempre), que son increíbles. Pero vale la pena tener esperanza por una humanidad, en la que un porcentaje muy pequeño, casi no medible de gente es buena. Es como el canal 2. Era increíble, daban programación de calidad y un humor buenísimo. Pero nadie lo veía, bueno casí nadie (yo, incluído). Por lo que lo cerraron.

No sé porque no puedo odiar a nadie. Me puede caer muy mal alguien, en la teoría. Pero siempre mis acciones apuntan hacia otra dirección. Y no sé porque.
Me gustaría ser un efector de odio, como House. Quizás, más allá de sentirme reflejado por él, me da envidia, a pesar de su soledad. Me da envidia que él si pueda odiar, si pueda aislarse.


¿Por qué no me gusta quedar mal con la mayoría? Si la mayoría no me importa...