15.1.09

Mi vecina es una asesina.

Esto se podría tomar de varias formas. Una, que es la más obvia, es que realmente haya matado a otro ser humano, vivo y/o zombie. La segunda es un adjetivo calificativo de belleza, casi tosco al decirle “Loco, mi vecina está terrible, es una asesina”, pero no sería digno de mi persona (sin ser sobrado, claro está). La tercera, es que, bueno, haya tenido una relación con esta vecina y me hubiese quebrado el corazón, matando todas mis ilusiones y, por ende, sea una asesina de sueños, una mata pasiones, una perra (sin ofender a las mascotas, claro está. Bueno, ojalá sí, a los poodle toy, pero en fin). Pero no, mi vecina es una asesina, de tomo y lomo, como el primer caso y esta es su historia.
Me cambié al departamento hace cuatro años, lleno de ilusiones. En realidad no eran ilusiones, sino sueños húmedos y calenturas de adolescente. Era un edificio, lleno de departamento, la probabilidad de encontrar a una chica preciosa no era baja. Al menos era más alta que quedarme encerrado en mi ex casa. Y efectivamente, la conocí. Preciosa, rubia, ojos celestes, cuerpo de sueños (o pesadillas) y bueno, actitud a lo Paris Hilton, aunque sin perro en la cartera. El cliché de la mina rubia, hueca. Aunque esta, no era tonta. Era, perversamente, inteligente y me enteraría después.
La verdad es que por mi timidez, casi extrema, no me gusta salir mucho. Disfruto en el exterior, pero sólo rutinas, me dan miedo las experiencias nuevas, no las aprecio. Por lo que mis binoculares y yo hacíamos buena pareja, los mejores amigos. Pero antes de que llegara la susodicha vecina, sólo habían pequeñuelos en la piscina del edificio, así que no ocupaba mucho los binoculares. De repente, miraba al techo de las casas aledañas, si es que alguna vez pillaba a alguien teniendo sexo. Pero creo, que eso es sólo de películas (me pasa por sólo ver pornografía en la televisión). Hasta que llego ella. Sacaba un paquete de Rolls de la despensa, tomaba mis binoculares y estaba horas, horas viéndola. Sencillamente, era preciosa. Pero aunque vivía en mi edificio, no sabía donde vivía, específicamente. No sabía su nombre, aunque en teoría me sabía la talla de bikini que usaba y cual era su color preferido, el turquesa (Es el único otro nombre de color que me sé, aparte de los tradicionales). Por lo mismo, oportunidad de conocerla, nulas. Pero la verdad, poco importaba. De seguro, saldría con el típico idiota, de 1,90 m, con poleras sin mangas, pelo largo, sólo en la parte trasera y con buen auto. Y claro, poco tiempo pasó, para que empezara a salir con alguien. La verdad, me daba lo mismo, sólo que me empezó a afectar la rutina cuando ella dejó de tomar solo y bañarse en la piscina. Pero sólo duró una semana. Entonces, hasta ahora, es la típica historia de la chica rubia, cuerpo de modelo, el pololo idiota, más estúpido que una roca y el loser que ve con binoculares porque no se atreve a vivir una vida normal, es decir, Salado es un cliché. Ojalá fuese así, la verdad, me carga que esto sea real y no fantasía, así no tendría los fantasmas.
Al tiempo, ella volvió a tomar sol, a bañarse a la piscina. Por lo mismo, yo volví a comer rolls y a usar mis binoculares. Hasta que un día, la rutina cambió. Mientras yo miraba, ella miró hacia mi ventana. Ahora, es poco probable que me haya visto, está muy alto y no se ve bien desde abajo (lo he comprobado). Pero dejó de tomar solo, al menos por una semana. Iba, se bañaba media hora y se iba. Exactamente por una semana. Hasta que sonó el timbre de mi casa. Como sé que no era para mí, no contesté. Sonó, nuevamente. Estaba solo, al parecer. Así que abrí. Para mi sorpresa, era ella. No sé que le dije para saludarla, pero debe haber sido algo estúpido, porque sonrió. Hola, mi nombres es “Camila” “Hola, le contesté, yo soy…” “Tú eres Salado, lo sé. A secas y sin segundo nombre” (Me extrañaba que supiese eso) “Estuve preguntándole a los guardias. Es que la verdad, si alguien te ha mirado por un año, mínimo que sepas como se llama” “Ee ee mm , la verdad es que miraba el agua de la piscina” (Excusa estúpida, pero sólo tuve 300 milisegundos para pensar” “Mira, no te preocupes, la verdad es que me gusta” “¿Qué?” (Le contesté. Yo pensaba “Me caso, ¡ahora!). “ Lo que pasa, es que la mayoría de los hombres me miente sobre las intenciones que tiene al conocerme, siendo que todos quieren acostarse conmigo o verme en bikini. Tu fuiste directo al asunto, por eso siempre me gustaste, desde el principio” “¿Ah?” (¿Gustaste, tiempo pasado?) “Sí y por eso yo quise ser directa contigo. Te espero en el 112, a las 8 P.M. Un beso, corazón” Y se fue. Yo fui corriendo al baño (a pensar, obvio). Luego fui a mi pieza a buscar mi tanque de oxígeno. Superado el asunto, vino la calma y los peñiscos, para saber si lo que ocurrió, fue realidad. Era verdad, daría mi primer beso, pololearía por primera vez, regalaría mis primeros labradores, ¡la boda seria tan linda¡ (Quizás soy una mujer de 27 años escondida en un cuerpo de hombre). Bueno, el punto es que me puse a ver las noticias, como para mantenerme al contacto de la realidad del mundo. Y hubo una noticia en particular que llamó mi atención. Un joven, de 25 años, había desaparecido, hace 2 semanas. Justo el tiempo en que Camila, había vuelto a tomar sol. La verdad es que los dos hechos no se relacionaban, pero el tipo se parecía curiosa y casi exactamente, a su ex pololo/andante/amigo con ventaja. Y la familia lloraba por el idiota, que al parecer, no era tanto. Estudiante de ingeniería civil en la U. Chile, hacía trabajo comunitario, pastoral y era tío de 3. En las noticias recalcaban el parecido del caso, con otros 4 eventos que habían ocurrido en Valparaiso, en los últimos años. Pero nunca se resolvieron las desapariciones. Pero siempre eran tipos así, del mismo fenotipo. Pero no podía pensar así de Camila, no de una chica así de preciosa. No de una chica así de preciosa, que se había fijado en mi. Pero las apariencias engañan. Y el deseo te hace caer más fácil. Pero aún así, fui a su depto. Vivía sola. Me contaba como había conseguido la emancipación de sus padres. Cosa rara en alguien de 23 años. Pero a la vez, casi interesante. Tenía puesta una ropa de sueños (sí, sí, mi mente es muy sucia). Yo tenía puesta mi polera de flash (quizás debería haberme puesto otra cosa). Ella había preparado una cena. Me preguntó si es que había traído mis binoculares y si quería ver algo en particular, esa noche. Como era de esperarse, le contesté, una estupidez. Y sí, el tartamudeo volvió. Pero estaba claro lo que iba a pasar. Y bueno pasó. No debo decir que no me gustó. El problema fue hablar en el "Durante" "Oye Camila, ee sé que no es como el mejor momento, pero, ¿Qué pasó con tu ex?" " Lo maté" "Ee, como así, ¿Le dejaste de hablar? No existe para ti?" "No, le disparé en la nuca. Es que me dejó de divertir. ¿Te molesta?" "No, no, noooooooooooooo" (Es cierto eso que dicen de que las relaciones perfectas, no existen). Al otro día me desperté atado en la cama (no de la manera divertida). Y entro ella, en camisón (Sé que no debería haberme sorprendido de ello, de la forma en que lo hice, pero repito, era preciosa). "Roberto, no me cumpliste anoche. Y la verdad, no me gustó tu actitud respecto a mi ex, así que, bueno, Adiós" (Sacó un cuchillo) Yo me puse a gritar, muy masculínamente "¡Mamáááááááááááááááááááááááááááááááááááááááááááááááááááááááááá!" En eso, entro paz ciudadana (Es curioso lo efectivos que son en los cuentos) y la redujeron. Pero también, me pude dar cuenta, como, por un par de minutos, ellos también se quedaron viendo, tal camisón (Es curioso como funciona la justicia).
Pasado seis meses, hubo sentencia. La fiscalía no tuvo necesidad de llamarme como testigo, dado que 4 cuerpos fueron encontrados en el "Walking closet" de Camila (sabía que no era yo el del olor). Y bueno, como toda relación, saqué una experiencia y tuve una buena anécdota. Lo que sí, a la próxima, quizás no me quede a dormir.