6.1.09

Las muchachas de Salado.


Recuerdo que hace 5 años, más menos, leía religiosamente una columna en especial. Se llamaba "Las chicas de Ortega". Era lo mejor de mi semana, dado que, por el rato que me demoraba en leer las mil y tantas palabras, podía sentirme identificado con alguien y que no era el único baboso en el mundo. Nunca quise copiarla, era algo de este tipo. Pero dado que no he podido encontrar las entradas antiguas, dado que el tipo ya no la escribe más, hace años, he aquí, mi columna, "Las muchachas de Salado".
Hay muchas mujeres en mi mente, muchas. Pero quisiera comenzar la columna con una que me ha vuelto loco, últimamente. Yo ya la conocía desde los hombres x, donde hacía el papel de Kitti, la chica que podía atravesar paredes, en el fondo, se podía desmaterializar. Pero algo con esa aparente diferencia de edad, hizo que nunca me atrajera. Pero a la cresta la diferencia de edad. Al menos desde que vi Juno. Sí, me refiero a la preciosísima Ellen Page. No sé que tiene. Pero debo decir que es hermosa, cada punto negro de su cara, cada imperfección de su perfecto cuerpo, de 20 años. Oh Dios, que cuando la veo siento canciones celestiales en mis orejas (es eso o tengo alucinaciones auditivas). Hay algo con las mujeres, algo que diferencia a las increíblemente ricas y que me hacen babear y las preciosas, hermosas (que también me hacen babear, claro). Ellen (la tuteo, dado que es menor que yo), es de las segundas. No puedo masturbarme con ella, pero si puedo soñar un futuro junto a ella. Es inteligente, acertiva y tiene un humor negro digno de, bueno, su servidor. ¿Es que hay mejor manera de decir te amo que insultándote? Porque no se me ocurre otra. Y sé que ella me daría un tremendo beso, justo después de haberme dicho lo idiota que soy, con una linda sonrisa en la cara. Ellen, nunca leerás esto, pero te dedico el primer, ¡Te amo! de esta columna.