14.12.08

Una idea cualquiera.

¿Por qué algo que debería ser tan simple es tan complicado, pero al mismo tiempo tan fácil? Para que a mi me guste alguien, me guste de verdad, pasa mucho tiempo o muchas cosas o un milagro. Pero es muy difícil que llegue a ese punto con alguien, pasar de babear por alguien a parar de idealizarla para verla como un ser mortal, pero exquisito, para luego idealizarla de nuevo.
¿Por qué idealizarla? ¿Por qué darle características que no va a poder cumplir? ¿Por qué no aprender a quererla, por lo que es? Complicada tarea, generalmente la mayoría de las relaciones está basada en lo que nosotros queremos creer de la persona en particular y no realmente de lo que es, sus intenciones, sus acciones, nuestras necesidades, etc. Es como si Frankenstein, el doctor, hubiese creado una criatura con propósitos amorosos, debido a su soledad. Uno crea a su "media naranja". Uno hace que sea el 80, el 90, o el 99 %, pero nunca el 100. El 100 sería demasiado perfecto y la realidad (nuestra conciencia) nos obligaría a cuestionar nuestra creación, como si fuese un Fisco del amor o algo por el estilo, un FBI de las relaciones amorosas. La verdad es que todo es tan simple como que nadie quiere algo perfecto, sería demasiado aburrido, pero simplemente porque no lo conocemos, nos parece aburridos, algo que no existe o simplemente algo que nos da miedo, porque los seres humanos somos creaciones imperfectas, le tenemos miedo a lo desconocido. Al final todo es tan simple como que la persona correcta existe, pero lo más probable es que no la conozcamos. No porque la vida sea una basura, no porque la vida sea injusta y ni siquiera porque no la merecemos, sino porque simplemente nos complicamos mucho (digo "nos" tal vez de iluso, quizás sea sólo yo). La vida no es perfecta, no está hecha de esa manera y por lo tanto nosotros no somos perfectos y nuestra pareja ideal, nuestras actividades preferidas y hasta lo que más nos gusta comer, no es perfecto, de forma absoluta, claro. Está todo en nuestra mente, nada más. Y es así como debe ser. Porque el ser perfecto existe, obvio que sí, pero en realidad no.