26.11.08

Una noche cualquiera

Me desperté sintiendo mi hálito alcohólico. Generalmente no acostumbro a hacerlo, pero ayer me gradué y había que celebrarlo, pero nunca pensé que iba a ser con mis compañeros. Los que en 7 años parecían esquivos, ayer eran como hermanos, "como", claro. Como es de costumbre me desperté y giré hacia la derecha, casi instintivamente, de manera de seguir durmiendo, acurrucado sobre mi mismo. Pero no había lugar. En el espacio donde debería estar mi muñeco de Hanamichi Sakuragui, había una cabellera rubia. ¡Cresta madre! Me acosté con Federico (mi compañero de pelo largo, rubio. La posibilidad de que fuese mujer, lamentablemente, era menor). Miré hacía mi izquierda. con el corazón a mil, inventando 100 mil excusas para explicar a mis papas, la posible falta. En el suelo de mi pieza, mi tranquilidad, transitoria, obviamente. Un vestido negro, zapatos de taco largo y mi smoking, por todas partes. Encima de mi televisión de 14 pulgadas marca Kyoto, unos sostenes, también negros. Ahora, las posibilidades se limitaban a un travesti o a una mujer. Giré hacia mi derecha, levanté las sabanas y para mi sorpresa, yo estaba desnudo, incómodamente desnudo. Al lado mio una figura preciosa, vestida sola con la ropa interior que faltaba en la televisión, obvio que del mismo color. Sigo hacia arriba, siguiendo sus curvas, hasta llegar a sus otras curvas, ¡Wow! Trato de omitir el detalle de mirar lo que no debo, pero no puedo. Me quedo contemplados sus maravillosos, ee, lunares y sigo hacia arriba para saber de quien demonios se trataba. ¡Cresta y más cresta! Ella, ¿Ella? ¿Cómo? Había escuchado el mito de que a uno se le borraban algunos eventos al estar ebrio, pero esto parecía trabajo de servicio secreto anti-alienigena. Recordaba, básicamente nada. Traté de visualizar ese vestido, en ella, esa compañera, rubia, de altura parecida a la mía, yo. Igual debo decir que la imagen de un vestido en el suelo, sostenes en la televisión (señal de apuro), una consola de videos juegos prendida y paredes llenas de posters y naves de la Guerra de las Galaxias, sumado a una chica en mi cama, no era una imagen que creía posible. La despierto y le digo lo más inteligente que he dicho en años " Ee hola". Ella aturdida, al igual que yo, se percata de la situación poco a poco, pero al parecer, tenía más conocimiento que yo, al respecto. Le digo "Ee, sabes que, estás un tanto, ee, desnuda" Ella se sonroja, yo me sonrojo, hasta los posters se sonrojan, ¡demonios! Ella se tapa, hablamos. Le parecí gracioso. Cosa irónica, dado que me conoce hace 7 años y jamás le saqué una risa. Al menos no sin caerme al suelo. Pero yo no sé que hizo que yo actuara así y que saliera victorioso, en el sentido carnal, claro. Claramente ella no estaba tan ebria como yo, no tenía mi hálito (que mata pasiones la descripción).
La fui a dejar a su casa, en Providencia. En media hora, no nos dijimos ni pío. Ninguna palabra. Llegamos a su casa y me dijo gracias, le contesto de nada y me voy. Que rara reacción, lo más probable es que quiera hacer como si no hubiese pasado nada. Llego a mi casa y me llega un mensaje de texto "Se me quedó el sostén en tu casa, ¿Puedo ir a buscarlo?".