Decidí darle una pausa a mi mente. La verdad es que no está bien enamorarse, si es que todavía no conoces a alguien para hacerlo. Enamorarse de una imagen que no existe tiene sus ventajas, es cierto, de partida no gastas dinero en ella, pero también tiene cosas malas, como que no te abraza, no tiene ojos reales para mirar.
Siempre me ha intrigado la búsqueda de viajes al espacio, de este cabo suelto que nos lleve a poder viajar a grandes velocidades, sin desmaterializarnos. De la búsqueda de velocidades increíblemente rápidas, fuera de este mundo y de nuestra imaginación. ¿Pero tan fuera de la mía? No creo, incluso me atrevo a decir que tengo el secreto de los viajes inter estelares, me los imagino y ya. Yo ya me he imaginado a mis hijos, mi trabajo, mi esposa, mi casa, mi muerte, todo, varias veces, de distintas maneras, casi como si fueran varias vidas distintas. Así que no sólo viajo en el tiempo, también en el espacio y controlo el universo, mi universo. Es que todos somos Dios en nuestros mundos, en teoría al menos.
Pero creo que lo mejor fue haber amarrado a este fluir del pensamiento, que ya me tenía casi hemipléjico de enamoramiento, previo conocimiento de causa, insisto, no la conozco. Tal vez quizás por eso la quiera, sólo la conoce mi imaginación.