Hace una semana yo era el hombre más feliz del planeta. Y no quiero escuchar a que eso es subjetivo. Hice un censo entre gente de todas las razas del planeta y yo sinceramente era el más contento, es empírico. Y una semana después, aquí me tienen, escribiendo. Para algunos escritores esto sería genial, hay inspiración. Yo lo llamo la historia de mi vida, algo así como “The Salado cronicles of unhappyness” o algo parecido. ¡Una semana! No estoy hablando de que, “bueno, me acuerdo como hace 25 años estaba contento, pero ahora después de que estalló la guerra, todo ha cambiado”. Estoy hablando que hace tan sólo una semana estaba abrazando a quien creía iba a ser la madre de mis hijos y cerrando los ojos para despertar al otro día junto a ella. Que mal entrenado me dejaron las películas. Que pesimamente me prepararon los libros. Nada de enseñanza, la ficción no se compara a la realidad y ojalá estuviese hablando de zombis como sesos. Esto es mucho más tenebroso, porque es algo subjetivo, como un sentimiento. No puedo tomarme ninguna pastilla para esto, no puedo combatirlo con una bazooka.
Ahora no tengo plan para futuro, al menos no uno constructivo. Bueno, tal vez para algunos tomar hasta quedar inconsciente sea un plan, eso es cierto. Para mí no tanto. Por ahora sólo puedo decir “cantinero, otro vaso de coca cola. Es más, deje la botella”.