23.3.08

Una verdad incómoda

Es muy extraño pensar que te llegó la hora de morir, de largarte de una vez por todas y de la mejor forma posible. Saber que uno siempre fue más viejo que sus coetáneos y que incluso mucho más viejo que los viejos mismos, nunca pensé que me haría pensar o querer mejor dicho, que uno tiene que durar menos que los demás. Pensar esto no es algo muy bueno, es decir, me imagino que no es muy bueno, debido a mi crianza católica y occidental. Sobre todo por esta ultima. En occidente no creemos en la continuidad del alma, somos más físicos que metafísicos, creo yo. Es muy conocido el cliché de suicida, del depresivo. Típicamente es un tipejo (o tipeja) que atenta contra su vida, contra su mismísima concepción de si misma. Se ataca, se arremete. Por eso yo no pienso que mis ideas ni mi forma de ser sean suicidas y por esto mismo, no creo tener tendencias suicidas, nunca me haría daño alguno (Al menos no más del que te hace vivir en una de las ciudades más contaminadas del mundo y tener una dieta basada en hamburguesas. Aparte de eso, no me haría más daño). Por lo mismo es que, aunque odiando a la mayoría de la gente, jamás les haría daño y lejos de eso, para mi vergüenza, espero su bienestar. Como diría un amigo “Odio a las moscas, pero si matara a una es muy posible que le haría un funeral. Con entierro incluido” Pero hay cosas que llegan a un limite y tiende al fin, no a un infinito matemático. Me encantaría tener una familia e hijos, una casa en el lago, un perro llamado Cosmos, el sueño americano (en este caso sudamericano, pero se aplica), pero no sé si sea posible para mí, al menos no sin mucho esfuerzo. Y ya estoy agotado. Traté y ya se me agotaron los cartuchos. En el embase decía hasta agotar stock, debería haber sido precavido antes. Estoy muy solo en una masa de gente. Soy la aguja en el pajar que decía el famoso dicho. No sólo era difícil encontrarla, sino que encontrada y todo, ya estaba con depresión avanzada por soledad.
Primero lo intenté con mis padres, pero esa gran relación de mi infancia jamás va a volver. Luego siguieron los amigo, pero es bastante complicado algo continuo en el tiempo (no se donde mas se puede ser continuo), aunque los amigos si existen. Luego, mucho más adelante, siguieron las amigas. Esto fue un intento poco fortuito, hasta ahora a menos. Yo hablo humano, ellas hablan en mujer, difícil comunicación. Luego, muchísimo mas adelante, siguieron las novias. Al principio pasó lo esperado, hablaban en mujer y no resultó. Pero luego conocí a una que sabia hablar humano. No sólo sabía, sino que prefería comunicarse como yo. Ella era increíble y para mi sorpresa, comenzamos una relación. Y en eso estamos. Estamos, que bueno escuchar esto. La mayoría del tiempo estamos muy bien, pero en ocasiones, sólo en ocasiones, ella comienza a olvidar su humano y retoma lo que le sale natural por nacimiento, comienza a hablar en mujer. Y ahí todo empeora. Yo no podría precisar que es lo que realmente ella siente por mí, sólo ella lo sabe. Yo creo que es amor, pero en esas ocasiones que hablé anteriormente, me entra la duda. La duda de la subjetividad de su amor. Yo, creo pensar que mi amor es objetivo. Creo pensar que si la amo y daría todo por ella. Pero no sé si mi todo logrará hacerla feliz algún día. Entonces el sueño americano número 1 se desploma. Adiós a casa en el lago, esposa e hijos. Adiós Cosmos. Pero hola mi colección de gatos y mi departamento en el centro. Estará al lado de una estación de metro. Excelente localización.
También existen otros sueños. El realizarse profesionalmente. El llegar a tener, no los conocimientos de alguien como Dr. House, sino que llegar a tener la actitud de “no me importas, pero igual te ayudo, imbécil” y al mismo tiempo poder practicar tu sarcasmo todos los días. Eso si que es un sueño. Pero si yo soy sarcástico provoco dos cosas. La primera es que en un grupo me convierto en una especie de René de la Vega (diría Elvis, peor a quien engañaría), un idolillo. Soy el tipo mas gracioso del lugar, ya sea sucucho de mala muerte (aunque no sé si existan sucuchos de renombre), pubs, casas, plazas, kermesses, colegios, universidades, aeropuertos, café con piernas, transantiago, etc. “Eres una mierda de hombre” digo yo. “Jajajajajjojoojejejejejijijujuju” me responde. “Pero si realmente pienso que eres una basura” vuelvo a decir. “Para, por favor para, que me orinó en mis pantalones” me vuelven a responder. En el otro grupo causo una sensación más lógica, menos mal. La de ser pesado, raro, huraño, fome, freak, etc. “No se acerquen a ese gallo, es un freak”, es lo más usado. Hasta que un día, como humanos que son, piden un favor al que tienen mas cerca y cuando por probabilidades estadísticas, resulto ser yo, me conocen, se dan cuenta de lo simpático que soy y pasan a formar parte del primer grupo, antes mencionado. ¡Pero estoy muy lejos de ser House! Soy menos que un payaso de micro y sin siquiera querer ser gracioso todo el tiempo. ¡No soy un payaso, lo que pasa es que mi piel se asemeja al maquillaje usado por esos personajes y mi voz es bastante chillona! Esto y que mis labios son anchos y muy rojizos. Pero no veo el parecido a un payaso”
Pensar que tengo que seguir viviendo, no para mí, sino que para que mi mamá no sufra, mis papás no se separen, mis hermanos sigan teniendo un número par de hermanos y uno impar, mi cama siga teniendo quien la ocupe y que alguien siga escribiendo este estúpido diario de vida que muy poca gente lee. Pensar así no tiene gracia. Como diría alguien “Es como seguir una conversación por simple caballerosidad y no por interés. No es la gracia” No es la gracia, pero es una realidad. Seguir viviendo para que ella, el amor de mi vida, tenga un soporte, alguien que la considere por ella, por lo divertida que es y no por una obligación de simple parentesco o simple joteo vulgar. Para que no tenga de que arrepentirse si años después se da cuenta de que debió demostrarme mejor su amor. El amor que para mi sorpresa, si era real y que sentía con locura. Y que eso la lleve a la decepción amorosa eterna. Eso a la soledad y esto ultimo a morir rasguñada por la enfermedad del rasguño del gato. El seguir viviendo por los demás y no por mí no es la idea, no es la gracia. Pero es la realidad, una verdad incómoda. No tiene adjetivo calificativo, simplemente es. Pero no tengo tendencias suicidas y como dije anteriormente, no le haría daño a persona alguna, ni siquiera a mi. Pero si seria beneficiosa algún tipo de enfermedad. Sé que es mucho pedir. Pero todos los días muere gente que no quiere morir, que le quedan muchas cosas por las que seguir peleando. Sería un trueque justo.
Está claro que es muy difícil que pase, en realidad. Por mis seres queridos, ojalá que nunca. Pero bueno, quien sabe, tal vez algún día sea el paciente más feliz de ala de oncología de algún hospital urbano.