19.11.07

Oda a mis uñas

La verdad es que mi espíritu autodestructivo ha llegado a un punto crítico. Debo decir que ya no me quedan uñas y básicamente ahora me estoy sacando el hueso. Porque en el colegio me sacaba las uñas, no lo niego, pero ahora ya he alcanzando niveles astrofísicos. Si Stephen Hawkins tuviese que investigar sobre uñas de otros universos, creo, sin pecar de soberbio, que debiese empezar por las mías. Es que son demasiado especiales, no sé como todavía clasifican dentro del nombre uñas. En realidad son un vestigio, como las alas de las gallinas o no sé, el apéndice vermiforme del intestino.
Para mí, mis uñas tiene cero uso, ni siquiera puedo rascarme con ella, no puedo mirarlas, no puedo golpear mi banco con ellas, imitando el galopar de un gato. Sólo puedo esperar que se infecten. Y eso mismo opino de mi esperanza con la humanidad, es un vestigio. ¿Y qué queda? Bueno, que se infecte, claro.