Siempre he pensado que estas festividades son una idiotez. Una invención de las grandes tiendas para alimentar el consumismo que en el fondo todos tenemos. Y es verdad. Basta con que se diga que es el día de algo y las ventas se disparan. Pero son las reglas de la vida, nadie nos obliga a comprar y la verdad es que al menos es una forma inteligente de engañar a la gente.
Pero no todo es malo, en el fondo nos hacen reflexionar sobre el tema en cuestión. Al menos son cosas que valen la pena pensar. A menos que inventen el día del fútbol o alguna bazofia así, ahí prometo irme a paro. Nos hace reflexionar sobre las cosas que tenemos, ya sea el amor que no se tiene (estúpido día de los enamorados), sobre los buenos o malos padres que se tiene, el día de no ser racista, el día del popcorn, el día del loli, etc. Pero hoy nos llama el día del padre, como lo dice el título, como lo dice la fecha.
No quiero ponerme a reflexionar como si fuese un vil comercial de grandes tiendas o como si fuese un animador famoso o las dos. Pero cuando las cosas quedan escritas es mejor, ya que quedarán para siempre, al menos lo que dure Internet o los discos duros de mi PC.
Es cierto que cuando uno es chico nuestros padres lo son todo y en el fondo siempre es así. Y es distinto con nuestras madres, Yo siempre he pensado que la relación con mi mamá es muy “sentimental”, de mucho beso, mucho regaloneo y esas cosas. Y no lo niego, si algo le pasara a mi madre no creo poder reponerme. La relación con los padres es distinta. Cuando uno es cabro chico nuestros viejos son súper héroes, lo saben todo y pueden solucionarnos todos nuestros problemas (que a esa edad varían entre dulces, bebidas y películas de Disney). Cuando vamos creciendo y llegamos a la adolescencia nuestros súper héroes nos van decepcionando. Las cosas que nos habían dicho no eran del todo ciertas, ya no lo saben todo y ya no me gustan tanto los dulces. Ahora quiero hacer otras cosas, pero él no me deja. Le pregunto a mi querida madre, me da un beso y me dice que le pregunte a mi padre. Y mi viejo me dice que no, por lo que los problemas empiezan. Y me tiene que decir que no, si no ahora sería un idiota y una bosta de persona (más aún). Y yo no creo merecer la prohibición de cosas, siempre he sido bastante responsable, a pesar de mi edad y no he cometido mayor error. Siempre he sido de los mejores en calificaciones, pero mi padre siempre quiso más de mí. A otros los felicitaban, les regalaban autos, viajes al extranjero, mujeres, todo por su promedio 5 o por haber pasado de curso. Yo todavía me acuerdo cuando mi viejo recibía los 6,7 con una cara de decepción, aunque a veces haya querido ocultarla. Y la verdad es que no me quejo de haber tenido una crianza así, me ha hecho el hombre que soy ahora. Veo a mis coetáneos y con mayor razón me siento orgulloso. Sobre todo cuando veo en las noticias los choques producidos por manejar bajo el efecto del alcohol o de cualquier cosa. No es que no cometa errores, de hecho cometo muchos, pero al menos tengo conciencia de ellos. Como siempre mi conciencia me atormenta por ellos. Tal vez por eso me atormenta tanto, tal vez mi conciencia sea como mi padre o tal vez sea como Obi Wan Kinobi y me aconseje que use la fuerza.
Pero el hecho de que moleste que tu padre te aconseje, moleste tanto que se llegue a odiar a tu viejo, es que, al menos para mi, mi viejo no es mi padre. Es decir lo es, pero yo no lo veo tan así. Es que tu viejo, mi viejo es mi mejor amigo. Y a veces, como cuando se pelea con los amigos, da rabia que no se llegue a una pariedad. Da lata que no te entienda cuando en teoría debería hacerlo. Y yo he peleando con mi viejo, con mi amigo en incontables ocasiones, a veces o la gran mayoría por idioteces. Pero los dos tenemos un carácter asqueroso, es cosas que nos pongan en una habitación por un tiempo mayor a una hora y de seguro vamos a pelear. Tal vez la solución sería nunca compartir más que una hora seguida, así nuestra relación sería perfecta, pero que lata tener una relación perfecta, que aburrido. Tal vez es por lo mismo que me enojo tanto cuando me dice que me parezco a él, cuando es obvio que es cierto. Es por el hecho de que tiene tantos errores, los que yo también tengo. Es el hecho de que yo vea que mi adultez será igual que me enojo tanto. Y si fuese así sería bastante afortunado, si llegara a alcanzar la mitad de las cosas que ha hecho mi viejo, podría considerarme afortunado. Pero por muchos errores que tenga, las cosas buenas que tiene hacen que valga la pena, al igual que la vida. La vida es así, muchas cosas malas, pocas buenas, pero son estas últimas las que hacen que valga la pena.
Es así como he llegado a pensar que si algo le pasara a mi viejo no me afectaría de la misma forma como en el caso de mi madre. Esto debido a que las relaciones son distintas. No puedo decir si será peor o no, sólo que distinto. Tampoco es algo que quiera averiguar en el corto tiempo, sólo puedo decir que a nadie le gusta perder a un amigo, menos a uno tan bueno…
Feliz día Viejo